CUATRO PUNTOS CARDINALES
ARRAIGO | ALMA | INGENIO | ESENCIA
Detrás de lo primoroso y la excepcionalidad subyace siempre la misma duda: ¿Cuál es el secreto de la eterna belleza? Andalucía guarda ese enigma. No conocemos por qué atesora tanta gracia, pero sí sabemos cómo generarla. La nueva ambición de Choco sucumbre ante el misterio andaluz para deshilvanar sus raíces y cocinar su alma.
Kisko García emprende un viaje por la diversidad de parajes gastronómicos que ofrece el sur con el fin de retratar la excelsa cultura de su tierra. Su búsqueda no ha sido solo culinaria, sino íntima y espiritual, hasta hallar los elementos extraordinarios que engendran el placer: arraigo familiar, alma artística, ingenio innovador y la esencia eminentemente natural de nuestro entorno. Cuatro puntos cardinales que se armonizan en el nuevo menú de Choco para reflejar una completa perspectiva sobre Andalucía, combinando el arraigo de la tradición con la búsqueda de nuevos horizontes, y explorando los recovecos del arte hasta encontrar la esencia de este lugar, esa sutileza con que la vida se cobija en el murmullo de una fuentecilla o al solaz de un patio.
I N F A N C I A
La sal, el vinagre y las mantecas
Dicen que los caminos de la memoria los trazan los sentidos.
El mio comienza en los ojos curiosos de un niño que juguetea en la cocina a los pies de su abuela, que despliega toda su sabiduría al calor de un hogar que huele y sabe a hierbas aromáticas, a cariño y a gloria bendita.
La curiosidad y el arraigo de un niño convertido en pasión.
Un camino de ida y vuelta que empieza en los sentidos y termina en el corazón.
Vista, olfato, tacto, gusto, oído, implicados en él.
El camino de la memoria. Nuestro camino.
E N T O R N O
El mar, el fuego y la tierra
Nací entre olivos y campos que huelen a rocío, tomillo y pan. La tierra me enseñó la esencia de la buena cocina: el peso de un tomate, el aroma de una berenjena asada, el ajo recién cosechado. Más tarde quise dominar el fuego, y él me respondió con lecciones. Aprendí que no se somete: se respeta. El fuego transforma, da vida al plato y exige alma. Junto al mar descubrí sabores nuevos que habitan el paladar convertidos en recuerdos: la brisa, la sal, el ritmo pausado del mar meciendo las olas…
La tierra me dio las raíces, el fuego me templó las manos, y el mar me abrió el alma.
Cocinar es escuchar el producto y respetar sus tiempos.
Y los tuyos.
ARRAIGO
Los vecinos no logran precisar desde cuándo existe Choco, pero al indagar en la memoria acaban hablando de toda la vida. Su origen es tan diáfano como su presente: la familia. Y sin embargo, la fecha exacta de su nacimiento queda desdibujada por el ligero caminar de los años en el tiempo. No hay un día preciso, solo la historia de un hogar familiar. Pareciera que fue ayer cuando el padre de los hermanos García abrió una pequeña taberna en la misma esquina de La Fuensanta donde aún hoy perdura el restaurante, igual que permanece bien abierto el soportal de una casa para que entre la paz del barrio. En esa apacible remembranza de la infancia, probablemente hace casi medio siglo, la casa de Kisko García echó unas primeras raíces que hoy continúan completamente arraigadas a Córdoba.
«Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.»
- García Márquez
F A M I L I A
El humo, el arraigo y la cocina de mi abuela
La cocina de mi abuela olía a un humo que subía despacio impregnando los recuerdos de aromas, sabor y buen hacer; a plantas aromáticas y a ritmo lento.
No hacía falta reloj, no había prisa; cocinar es recordar, sostener la memoria con las manos y mecer el tiempo. El arraigo vivía en sus gestos: en cómo cortaba, removía o repetía:
“así me enseñó mi madre”.
Resistiendo el olvido, de generación en generación.
En ese camino de la memoria, el humo me detiene en un punto de no retorno donde habita mi abuela
y toda la sabiduría que transmitía a los platos con sus dulces y experimentadas manos.
ALMA
Los sentimientos son el reflejo del alma, y el reflejo de Andalucía es su arte. Por eso estas callejas mal alumbradas en la noche suponen una quimera sempiterna para la creación. La mezcolanza de infinitas civilizaciones impregna el aire de una magia ancestral que genera inquietudes y emociones incontenibles. Por eso el andaluz observa con el alma contemplativa de los poetas y percibe con pasión todo cuanto le rodea. Así es como aquella templanza con la que Julio Romero acometía un lienzo, resulta ser la misma que impulsa al bailaor a dibujar sobre un tablao; y la mesura con la que un luthier acaricia un cuerpo de guitarra, es idéntica a la delicadeza con la que en Choco se manipula el alimento, manantial inmemorial de nuestro gozo.
«Dos Córdobas de hermosura. Córdoba quebrada en chorros. Celeste Córdoba enjuta.»
- Federico García Lorca
INGENIO
Innovación y tradición siempre van de la mano en nuestros fogones. Nos resulta ilusionante otear la lontananza en busca de nuevos mundos, y antes de marchar, mirar atrás y saber que nuestro camino siempre permanece vivo en el recuerdo como un hilito de nostalgia que en el momento oportuno nos permitirá retomar la senda de regreso a casa. La creación requiere de osadía, y la osadía de unos pies bien cuadrados en la tierra. El ingenio y la agudeza son semillas que nacen de nuestra tierra, pero que necesitan savia nueva para que de ellas brote el talento.
Kisko García miró una vez atrás y tuvo la certeza de que volvería al bar de sus padres con las alhajas rebosantes de ideas. En aquel primer viaje formativo por España experimentó dos revelaciones: una, que solo se trataba del comienzo de la aventura de su vida, y dos, que los episodios de ésta su historia siempre terminarían frente al mantel de Choco, su hogar.
ESENCIA
Podría ser el verde libre de la campiña, o la franqueza de la tierra yerma… Podría ser la luna, escolta de la primavera, o el resol del mediodía, preludio de la fresca sobremesa. Podría ser la lozanía serrana o el marinero calé. Podría ser la serenidad del Guadalquivir vertebrando un valle ingente o toda la exuberancia de Doñana y su mundo oculto… O podría ser toda esta esplendidez de contrastes de una región cuya naturaleza siempre se acaba imponiendo, hasta que nos domina el sentido y nos entorna el ánimo ¿Cuál es la esencia de Andalucía?
Cada pueblo presenta su singularidad, pero la nuestra tal vez resulte tan insabile como evidente. <<¿Dónde está el duende?>>, nos preguntamos mientras caminamos, con rumbo incierto, bajo faroles trémulos y testigos en las barandas. Jamás lo hallaremos. Se esconde, revoloteante, entre el júbilo del gentío, detrás de las caras gráciles y sonrojadas y salta por la algazara de forma trepidante. Y nunca lo podremos atrapar porque lo llevamos dentro, es inherente a nosotros.
«Resucitar, resucitar y verte, oh nativa ciudad de la Belleza, por la que a solas y en silencio vagan tiernamente enlazados los amantes.»
- Antonio Gala
L E G A D O
Historia, cultura y costumbres
La cocina no se entiende sin la historia, sin ese cruce milenario de pueblos que dejaron en sus cazuelas parte de su alma. Cada plato es un legado vivo: una historia que cruza fronteras hablando de cultura a través del paladar. No sólo se saborean: se comparten, se celebran como parte de un ritual que conectan a la gente con la tierra.
En cada plato hay poesía, memorias y fiestas de guardar contando un relato que pasa de abuelas a nietos, de patios a tabernas, de tabernas a alta cocina. Saboreando la herencia romana, la delicadeza andalusí y la contundencia castellana en un solo bocado. Las costumbres no se aprenden: se viven. Moldeando el hilo de nuestra memoria.